“Una Mujer Siempre Es Tierra”: El Arte Cerámico y Espíritu de Rufina Ruiz López
“Yo soy mujer de la tierra.”
Rufina Ruiz López habló con fuerza humilde, sus trenzas negras brillaban con hilos de cinta rosada. Una calavera de arcilla rebotaba suavemente sobre su rodilla, mientras sus dedos vagaban por los huecos de sus ojos negros.
Era el tercer día del Smithsonian Folklife Festival 2024, que destacaba las Voces Indígenas de las Américas. López (Zapotec/Mixtec) se sentó en el centro del Escenario Narrativo, junto con sus compañeras artesanas oaxaqueñas Macrina Mateo Martínez y Carina Citlalli Ramírez Juárez. Para abrir la conversación, cada una presentó un ejemplo de su trabajo al público. López ofreció la calavera, acompañado con un atisbo de su complejo significado.
“Trabajando con las calaveras, fui honrando a todas las mujeres caídas dentro de mi comunidad,” López explicó a la audiencia. “Voy por el mundo siempre hablando de las mujeres.”
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Dos días después, agarramos dos taburetes y nos sentamos lado a lado bajo el calor intenso, envueltas por la algarabía de los atendientes del festival. La mañana acababa de empezar, pero los visitantes ya se rodeaban alrededor de su mesa para admirar sus cerámicas hechas a mano y el altar al estilo del Día de los Muertos montado detrás.
“Es una biodiversidad de aprendizaje,” dijo ella, gesticulando hacia el bullicio del festival que nos rodeaba. En los últimos días ha conocido muchas técnicas y tradiciones inspiradoras del barro, reflexionó, pero más que todo, han sido una ventana valiosa hacia nuevas perspectivas culturales.
Este amor por el aprendizaje continuo ha sido la inspiración de su carrera artística. López es originaria de Santa María Atzompa, un pequeño pueblo acunado en los cerros ondulados del Valle de Oaxaca en el sur de México, con una profunda tradición cerámica de más de 3,000 años. Ha complementado su conocimiento ancestral del barro con 12 años de estudio en el Centro de las Artes de San Agustín, un centro de artes ecológicas en Oaxaca comprometido con la formación artística y la protección del medio ambiente. Hoy en día, su estilo distintivo comunica un diálogo impactante entre la tradición y lo contemporáneo. Además de artículos decorativos como calaveras, su taller crea piezas funcionales como platos, cuencos, y jarrones para clientes en Oaxaca y más allá.
Mucho de la vida cotidiana en Santa María Atzompa depende de las manos de las mujeres, dijo López. Sin embargo, a pesar de todo lo que aportan, muchas de ellas viven vidas restringidas– hace solo una generación, a las mujeres no se les permitía vender ni exhibir sus obras en espacios públicos. En el caso de López, la situación era diferente.
“Mi mamá siempre mostró ser una mujer valiente,” me explicó. “Por esas enseñanzas, vivo con la perspectiva de otra visión– otra manera de crecer en la feminidad.” Recordó cómo los roles de género tradicionales eran más flexibles en su hogar, con tareas domésticas como cocinar y limpiar compartidas entre los hombres y las mujeres en su familia.
“El desafío más importante es con nosotros mismos", continuó. “Tienes que perder los miedos para romper los obstáculos que existen más allá. Es difícil, pero nunca es imposible.”
A lo largo de su carrera de 45 años, López se ha conectado con artistas de diversos orígenes culturales. Se dio cuenta de que las limitaciones que enfrentaban las mujeres de su propia comunidad eran universales.
“Es como mi mamá siempre me decía,” recordó, “El ser mujer es lo más humilde que existe en la tierra.”
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